Intente aprender a disfrutar de los espacios de soledad. Realice actividades de crecimiento personal, tales como: orar, leer La Biblia, practicar la jardinería, aprender a interpretar un instrumento musical o ejercitarse.
Bríndese la oportunidad de conocer el beneficio de tener fe y reconocer la presencia de Dios en medio de sus situaciones. Esto le ayudará a eliminar temores y mantenerse sereno ante cualquier circunstancia.
El ejercicio es un antidepresivo, libera unas sustancias químicas en el cerebro conocidas como dopamina y serotonina: neurotransmisores que contribuyen al estado de ánimo y a la sensación de bienestar.
Enumere continuamente razones por las cuales estar agradecido.
Su felicidad no depende de la atención o admiración de parte de otras personas. Su felicidad depende de su relación con Dios.
Llevar un diario sobre los pensamientos que tiene sobre usted mismo y sobre otros puede ayudarle a conocerse y relacionarse mejor con los demás.
Una autoestima sana y fortalecida es la estrategia efectiva para manejar el rechazo.
Agradar a Dios produce paz.
Aprenda a soltar lo que no está en su control.
Una mente positiva se cultiva al aprender cosas nuevas.
No se compare con otros ni busque parecerse a nadie. Su identidad real está en Cristo. Dios le creó único y para propósitos eternos.
Hay expresiones bajo coraje que lastiman a otro y tienen consecuencias. Comunicar y expresar sus emociones adecuadamente es algo que se puede aprender.
Considere tener mascotas, estas suelen hacer reír. La risa reduce una hormona del estrés conocida como cortisol y libera endorfinas conocidas como las hormonas de la felicidad. La risa le ayuda a sentirse en calma y experimentar bienestar además de promover vínculos que facilitan las destrezas sociales.
El mundo no quiere que usted tenga identidad, porque sin identidad no tiene propósito. Dios le da identidad y tiene el propósito perfecto y verdadero para su vida.
Cuando usted aprende a escuchar también aprende más.
Nehemías 8:10 Dice:
“El gozo del Señor es mi fortaleza”.
Aprenda a ser feliz. Su felicidad no depende de salud, riqueza o cualquier otra circunstancia externa. Su felicidad depende de una relación con su Padre Celestial.
Algunas personas se deprimen porque piensan que no merecen ser felices. Cambie su manera de vivir y ver las cosas, la autocompasión podría convertirse en un estilo de vida. Jesús vino a sanarle, salvarle y darle vida abundante.
Anímese a tener la oportunidad de congregarse en una iglesia y experimentar el gozo de interactuar con una comunidad de fe cristiana.
Respete sus sentimientos, no se obligue a hacerse el fuerte en todo. Reconózcase como humano y permítase el espacio de llorar. Deje que Dios se haga cargo de su situación porque en Él es que somos fuertes.
Acepte sus responsabilidades. No reparta culpas cuando algo le sale mal.
Cultive una relación personal con Dios para que pueda ser recipiente de Su amor y alcance la vida abundante en Cristo Jesús; para que también pueda experimentar la revelación del Espíritu Santo con el propósito de Dios para su vida.
Involúcrese en ministerios en los que pueda desarrollar capacidad de servicio y liderazgo.
Para aprender a trabajar autocontrol ayuda practicar hacer silencio.
Alivie su ansiedad dándose la oportunidad de hacer el tiempo y el presupuesto para tomar unas vacaciones, disfrutar tiempo con su familia, amistades, descansar y relajarse.
No pretenda hacerlo todo. Aprenda a reestructurar sus rutinas y calendarios a base de prioridades.
Cultive una mente que se mantenga conectada a Cristo y alcanzará calma y serenidad. Sea responsable sin caer en afán.
Lea Filipenses 4:6-7
Priorice a Dios y su familia. Después de Dios, haga de su cónyuge y de sus hijos su prioridad.
Tenga presencia y participación activa en la vida de su cónyuge y en la crianza de sus hijos. Ayúdelos a desarrollar su propósito y potencial en Dios.
No acepte tareas comunitarias o condiciones de empleo en las que frecuentemente tenga que salir tarde y con ello perjudique o desatienda a su cónyuge e hijos.
Para tener familias sanas los hijos necesitan ser educados en la casa, no fuera de ella.
Deje que su cónyuge le vea orando, leyendo La Biblia y resolviendo situaciones difíciles a través de la fe en Dios.
Una de las necesidades del ser humano es sentirse amado. Es por ello que Dios nos dio el matrimonio; Su Palabra nos enseña como mantenerlo saludable.
Albert Bandura, psicólogo clínico, postuló que aprendemos a través del modelaje social y la neuropsicología establece que el cerebro prefiere lo visual. Por lo que aprendemos mejor con el modelaje que vemos.
En los procesos de crianza,
modele la conducta correcta y hága su mejor esfuerzo.
Si comete errores pídale perdón a su hijo, no es debilidad, reconocer errores es de sabios y fuertes.
Revise lo que usted mismo ve en televisión, en internet y la música que escucha en el auto, con sus hijos presentes. Muchas baladas románticas le cantan a la mentira, al adulterio, a la fornicación y a la venganza. Opte por escuchar conferencias, La Biblia hablada, alabanzas cristianas o simplemente apague el radio y conversen en el camino.
Deje que su hijo le vea orando, leyendo La Biblia y resolviendo situaciones difíciles a través de la fe en Dios.
Imponga las manos sobre su hijo como se hacía antes, declare bendición sobre ellos, en el nombre de Jesús.
Enséñele a sus hijos a disculparse si hacen algo mal, y usted también sea humilde y discúlpese con su hijo si cometió algún error.
Hable con sus hijos sobre la práctica del sexo según La Biblia. No espere a que aprendan por medio de pornografía, malas amistades o se pongan a experimentar.
Ayude a su hijo a entender lo que significa comportarse. A veces el niño quiere portarse bien pero no sabe cómo hacerlo.
Enséñele a sus hijos a tener un carácter firme, a defenderse correctamente y a decir “no”.
“Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él”.
Proverbios 22:6
Celebre cultos familiares en su casa, la fe se empieza a enseñar en el hogar.
La palabra en Efesios capítulos 1 y 2 le deja saber lo importante que es usted para Dios. Es escogido, amado, aceptado, redimido, perdonado, receptor de sabiduría e inteligencia, heredero, sellado con el Espíritu Santo, salvo por la divina gracia de Dios y reconciliado por medio de la cruz a través de Jesucristo, el único camino para llegar a Dios (Juan 14:6).